lunes, 3 de febrero de 2014

«La alegría en la vida consagrada procede de la fe»


«La alegría en la vida consagrada procede de la fe»

Homilía del Obispo, D. Jesús Catalá, en la fiesta de la Presentación del Señor

1. En la fiesta de la Presentación del Señor en el templo celebramos, como cada 2 de febrero, la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, instaurada en 1997 por el beato papa Juan Pablo II, que será canonizado junto con el papa Juan XXIII, el domingo 27 de abril de este año.
Queremos dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada, que es un regalo del Espíritu a la Iglesia, a la que enriquece con sus carismas para embellecerla y hacerla semejante a su Esposo, Cristo. La vida consagrada es también un regalo para la humanidad entera, que recibe la donación desinteresada de tantas personas, que ofrecen su vida para anunciar el Evangelio, para ayudar a los más pobres, para elevar el nivel humano, cultural y espiritual de quienes viven en condiciones a veces infrahumanas.
En esta Jornada deseamos profundizar en el significado de la consagración especial basada en la profesión de los consejos evangélicos: pobreza, obediencia y virginidad. Con esta triple actitud evangélica el consagrado se identifica con Jesucristo pobre, obediente y casto, y ofrece su corazón, su mente y su trabajo a favor de los que más lo necesitan.
Deseamos que esta Jornada ayude a todo el pueblo de Dios a valorar con mayor objetividad la vida de especial consagración y a estimar a las personas que dedican su vida entera a esta vocación.
A las personas consagradas os animamos a celebrar las maravillas que el Señor realiza en vuestras vidas. Hoy al dar gracias a Dios por vosotros, os agradecemos vuestra generosidad y entrega en el carisma, que cada uno haya recibido de Dios.

2. Damos gracias a Dios por las diversas familias dedicadas a la vida contemplativa, a la primera evangelización, a la formación en la fe, al cuidado de los más débiles, pobres, necesitados y ancianos, a la tarea en el campo de la educación, al trabajo hospitalario; y a tantas y variadas formas de especial consagración.
El lema escogido para este año es: La alegría del Evangelio en la vida consagrada. Está en plena sintonía con la primera exhortación apostólica del papa Francisco, Evangelii gaudium, publicada en la solemnidad de Jesucristo Rey, en la clausura del Año de la fe (2013).
“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”, dice el papa Francisco. Todo ser humano puede gozar de esta alegría del encuentro con Cristo. Los cristianos inician en el bautismo un proceso de relación personal con Jesucristo, que llena su corazón y da sentido a su vida. Y las personas de especial consagración vivís el encuentro con Él desde la radicalidad evangélica y la misión a la que sois llamados.

3
. La alegría nace de Dios, que es la fuente del verdadero gozo. Esta alegría no proviene de éxitos humanos, ni de posiciones sociales relevantes, ni de los resultados del trabajo realizado. Es una alegría gratuita, que Dios concede a quien lo acoge en su corazón.
Queridas personas consagradas, no pongáis vuestra ilusión y vuestro esfuerzo en la obtención de gloria, prestigio o triunfo humano; no mendiguéis la estima de nadie, porque os basta el amor de Dios; vivid solamente pendientes del Señor, que os ha llamado. Buscad satisfacer los deseos de vuestro casto Esposo, Cristo, sin preocuparos de complacer a quienes os dan una migaja, pero os exigen fidelidad a su ideología. No dejéis a vuestro Esposo por otros “amantes”; y ya sabéis que me refiero con ello a quienes pretenden subyugaros con sus donaciones interesadas.
La alegría en la vida consagrada procede de la fe, de la confianza en el Señor, de sentirse y de ser amados por El de forma gratuita. Dios es quien toma siempre la iniciativa; a nosotros nos toca aceptar su ofrecimiento y corresponderle.

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